El tercer trimestre se caracteriza por ser una etapa en la que vas a notar sobre todo cómo crece tu barriga. Para la mayoría de mujeres, atrás quedaron las molestias, mareos y náuseas. Ahora lo que se nota es un aumento del peso, te cuesta encontrar una postura cómoda para dormir y poder descansar. ¡Lo bueno es que ya queda muy poco!
Semana 28
La barriga comienza a ser... grande de verdad. Por otro lado, parece que el bebé que no se cansa de dar patadas. Además hay otros cambios fisiológicos evidentes como una mayor cantidad de flujo vaginal, lo cual es normal siempre y cuando no pique ni escueza; un líquido blanquecino que sale de tu pecho, el calostro, aunque hay en mujeres en las que aparece más tarde; varices, hemorroides... Todos ellos suelen desaparecer tras el parto, así que no hay por qué preocuparse en exceso.
Semana 29
Con una barriga de tanto volumen te costará más moverte y encontrar una buena postura para dormir, conducir, trabajar... Puede que te duela la espalda y que además tengas calor de forma constante aunque sea invierno. Esto sucede porque la actividad metabólica de la placenta y el bebé se unen a la tuya. Si es verano, intenta refrescarte y beber lo suficiente como para mantenerte bien hidratada.
Semana 30
A estas alturas quizá tengas la sensación de que llevas embarazada muchos años y que siempre será así... ¡pero no! Lo que sucede es que te cuesta moverte con la agilidad de antes, y a todo eso se le suman algunas molestias nuevas, o aumentan las que ya tenías, como el estreñimiento o las digestiones pesadas. El embarazo es así, al menos intenta no estresarte, pronto pasarán. Tómatelo con calma y recurre a pequeñas ayudas como la fruta fresca, la verdura y los preparados a base de fruta para favorecer la digestión y el tránsito intestinal.
Semana 31
Esta semana el útero ya ocupa toda la cavidad abdominal por lo que puede que te cueste más respirar. No hagas grandes esfuerzos, respira hondo y relájate el máximo posible. Para dormir, opta por ponerte sobre tu lado izquierdo, así no presionarás la vena cava y la aorta, garantizando el flujo sanguíneo a tus órganos y extremidades. Otra cosa que notarás es el aumento de las contracciones de Braxton Hicks, que ayudan a preparar tu musculatura y tu pelvis para el parto.
Semana 32
Las contracciones de Braxton Hicks ahora son más fuertes: hacen que tus ligamentos pélvicos se estiren y tus caderas se ensanchen. Puedes notar algunas molestias, además de sensaciones encontradas: ilusión por ver a tu hijo, y temores ante la incertidumbre del parto, cosa totalmente normal. Intenta no prestar atención a la cantidad de consejos o historias sobre partos complicados. Actualmente la medicina está muy avanzada y preparada para la mayoría de las complicaciones, en caso que las haya. De tu pecho es posible que fluya más calostro, por eso hazte con discos protectores para evitar manchar tu ropa.
Semana 33
Seguramente sientes una gran pesadez y lo de subirte a la báscula... no es algo que te fascine. No te angusties, gran parte del volumen que tienes es parte del proceso del embarazo: feto, placenta, líquido amniótico... Tras el parto y darle el pecho al bebé, recuperarás tu forma. Algunas mujeres lo hacen antes y otras después, pero con un poco de voluntad se consigue. Eso sí, intenta comer ligero, moverte, pasear... y descansa todo cuanto puedas con los pies en alto. ¡Tu cuerpo es el que manda!
Semana 34
Una de las molestias más evidentes es la pesadez de piernas, ya que la presión del útero sobre la vena cava inferior obstaculiza la circulación. ¿Trucos para aliviarlo? Camina todos los días un rato, mejor con calzado cómodo y sin tacón cerrado por detrás (¡olvídate de las chanclas!), y usa ropa cómoda y holgada. Prueba a colocar una manta doblada debajo del colchón, en la zona de los pies, y dile a tu pareja que te dé masajes en los pies, en sentido ascendente. ¡Las cosas en equipo se llevan mejor!
En esta semana, el ginecólogo te hará la última ecografía para comprobar el estado de la placenta, líquido amniótico y cordón umbilical y la evolución de los órganos y del crecimiento de tu bebé, midiéndole el tronco, el fémur y la cabeza.
Semana 35
Algunos bebés ya empiezan a encajarse en la pelvis, en el hueco que dejan los huesos de tus caderas. Esto hace que tengas la barriga más baja y que ¡por fin! puedas volver a respirar mejor. La contra es que la cabeza del bebé presiona tu vejiga, con lo que pueden aumentar visitas al baño. También puede que tu ombligo salga hacia fuera, es habitual y tras el parto, vuelve a su sitio. Si se ha encajado, el bebé estará así hasta el parto... ¡a esperar el gran momento! Si sigue de nalgas, no te preocupes, aún tiene tiempo de rotar.
En esta semana, se toma una muestra de la vagina y el recto para descartar la presencia de Streptococcus agalactiae. Muchas mujeres lo tienen sin causarles ningún tipo de síntoma ni signo pero en el momento del parto puede causarle una infección al bebé. Por esta razón, si el análisis da positivo, te administrarán antibióticos durante el parto para evitar que la infección pase al bebé.
Semana 36
¿Y qué más? Debido a la presión del útero sobre el estómago y el esófago puede acentuarse la acidez. Dormir largo y tendido es más difícil debido al volumen de la barriga. Hay mujeres que no notan ninguna de estas dos cosas, otras notan alguna, y un tercer grupo nota ambas. Sea cual sea tu caso, con paciencia y algunas ayuditas pronto pasará. Por tu parte intenta tenerlo todo listo para el parto, ¡puede empezar en cualquier instante!
Semana 37
Esta semana marca el inicio de la posibilidad de parto a término y normal. Puede darse en cualquier momento. Por eso, si notas contracciones regulares que aumentan de intensidad, consulta a tu ginecólogo o comadrona. A veces puede aparecer el llamado “falso trabajo de parto” con contracciones muy dolorosas pero irregulares, y que se pueden sentir en varias partes del cuerpo como espalda, abdomen o pelvis. ¿El truco? Suelen desaparecer si cambias de postura.
Las contracciones de parto real se inician en la parte superior del útero para extenderse a la pelvis y parte baja de la espalda. Cada vez son más fuertes, seguidas y regulares y no remiten con el cambio de posición.
También es posible que no tengas ningún tipo de contracciones pero que pierdas el tapón mucoso que selló tu útero durante todo el embarazo, aunque no es señal de parto inminente. Lo identificarás porque es grueso y amarillento y puede tener restos de sangre. Consulta con tu médico.
Ya verás que las visitas al ginecólogo se intensifican. Además, se empiezan a realizar tactos para comprobar la dilatación de tu cuello uterino y su grado de borramiento y, por otro lado, la colocación del bebé.
Semana 38
Más volumen, mayor retención de líquido, circulación pesada, dolor de espalda, frecuentes paseos al baño, poco descanso nocturno... puede que esta sea una de las etapas más duras del embarazo, pero ya casi acaba, así que... ¡un poquito más de paciencia y a descansar el máximo posible! Si notas contracciones, asegúrate que no es falso trabajo de parto antes de ir al hospital. En cambio, acude deprisa si rompes aguas (la bolsa de líquido amniótico).
Aproximadamente en este momento se realiza la primera monitorización fetal (conocida como las famosas “correas” que no son más que cintas alrededor del abdomen conectadas a un monitor), donde se revisan las contracciones y la frecuencia cardiaca fetal.
Semana 39
¿Seguro que lo tienes todo listo? Mira el apartado de cuidados y prepara previamente la canastilla para que no se te olvide nada. Recuerda que en cualquier momento puedes ponerte de parto. Aunque no se sabe a ciencia cierta cómo se desencadena, para ello es imprescindible la oxitocina, la hormona que regula las contracciones del útero y que después bloquea tus recuerdos para que olvides el dolor que pudieras sufrir. Además, favorece el vínculo de unión con tu bebé. Incluso los hombres la producen, ya que es fundamental para establecer relaciones emocionales